¡Hombre, jamás pierdas la fe!

La figura del hombre se ha visto amenazada por la falsa generalización de que “todos los hombres son iguales”: irreverentes, irresponsables, insensibles, infieles, mentirosos… Pero, la realidad es que no todos los hombres son iguales. Los que aman a Dios y confían en Él, son los que marcan la diferencia. Ellos edifican su familia sobre el fundamento de la Palabra de Dios y son capaces de dirigirla por el camino de la verdad. Estos hombres no importa cuán fuerte estén soplando los vientos de la vida, infunden en la existencia de los suyos la seguridad que ellos a su vez reciben de su relación íntima con Dios. Su seguridad la demuestran con sus acciones no con vanas palabras. Son ejemplo de fe y esperanza. Se mantienen confiando en Dios aun cuando las circunstancias sean adversas.

Dios mismo alentó y fortaleció la fe de un hombre llamado Josué, antes de que dirigiera su pueblo a cruzar el Jordán. Por eso le dice: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”?– Josué 1:9. Dios sabía que Josué se iba a enfrentar a peligros, por eso le advirtió que no tuviera miedo ni se desalentara porque Él estaría siempre con Él, por tanto, estaría seguro.

La Biblia dice que más tarde cuando Josué ya era viejo, reunió a todos los ancianos, a los líderes, a los jueces y a los oficiales de Israel y les recordó cómo Dios les había amado y ayudado siempre, así que ahora que ya estaba viejo quería que decidieran si le iban a servir a Dios o a los dioses paganos. Fue en ese momento que Josué hizo esta afirmación que salió del corazón de un hombre con una profunda convicción: Pero si te niegas a servir al SEÑOR, elige hoy mismo a quién servirás.

¿Acaso optarás por los dioses que tus antepasados sirvieron del otro lado del Éufrates? ¿O preferirás a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ahora vives? Pero en cuanto a mí y a mi familia, nosotros serviremos al SEÑOR, Josué 24.15. Aunque el pueblo de Israel había sido desobediente y rebelde, Josué estaba firme en su convicción, por tanto, grabó en el corazón de su familia una fe en un Dios en el que encontramos salvación, seguridad, consuelo, serenidad, paz y todo lo necesario para vivir en nuestra estadía en la tierra y en el cielo cuando partamos de este mundo.

A ti hombre que has vivido creyendo la mentira social de que todos los hombres son malos, de que es imposible sacar adelante a tu familia y que nadie te puede salvar de la relación de violencia que te rodea, decide obedecer a Dios, vive de acuerdo a su voluntad y dirige a tu familia a vivir en su presencia. Decídete a superar las circunstancias no importa cuán grande haya sido la crisis, cuán alta esté la criminalidad, cuán difícil sea tu situación económica; porque nuestro Dios ha prometido estar con nosotros hasta el final de nuestros días. Él está como poderoso gigante a nuestro lado para sostenernos. Para Él no hay nada imposible.

Solo el hombre que vive arraigado en Jesucristo, puede mantenerse fiel a Dios, a sus principios y a su familia.